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¿Te animas a tomar un café? Hablemos del feedback

¿Te animas a tomar un café? Hablemos del feedback

Hablemos de feedback

El feedback, como lo conozco y practico ahora, recién lo descubrí hace unos cuatro años. Antes mi experiencia era bastante transaccional: cada seis meses o cada año. Si algo he aprendido en el camino, es que el feedback puede ser muy enriquecedor si sabes cómo darlo y recibirlo.

Si hace algunos años atrás me hablaban de feedback, hubiera dicho que me parecía una actividad muy poco personalizada, cuyo objetivo distaba de convertirme en una mejor persona y profesional. Para mí el feedback era como una reunión para cumplir con el protocolo de la compañía. ¿Te sientes identificx?

¿Qué es el feedback?

El feedback es una conversación que busca generar retroalimentación entre dos personas. Imagínate que Ana le da feedback a Juan. En esa conversación Ana le hace notar a Juan las cosas que está haciendo bien y las oportunidades de mejora que tiene en el trabajo o en interacciones. El objetivo es que Juan entienda la situación, reflexione y se motive a reforzar esas debilidades o fortalezas para seguir desarrollándose como profesional y persona.

En mi opinión, para que el feedback sea exitoso ambas personas deben sentirse cómodas dentro de la evidente incomodidad. Suena bastante romántico e imposible, pero no lo es.

¿Cómo dar feedback correctamente?

Imagínate que estás en una exposición de arte con una amiga y ambas están mirando una obra de arte. Tú hablas de esa obra, vas por partes, le cuentas qué te gusta y qué cosas a tu parecer podrían haberse hecho diferente. De esa misma manera deberíamos dar el feedback: sentándonos al lado de la persona que lo recibe, ambxs intentando imaginar la situación y discutiendo en conjunto cómo se podría atacar de otra manera.

La primera vez que recibí feedback de verdad fue muy diferente a eso. Había empezado un nuevo puesto en una nueva empresa. Al terminar una reunión entre mi jefa, un cliente y yo, mi jefa me dijo “hablemos afuera”. Salimos de la sala de reunión y me dio feedback en menos de 1 minuto. En resumen: me hizo notar qué había hecho mal y cómo debía mejorarlo. Me tomó por sorpresa. No fue fácil asimilarlo en ese momento, pero luego aprecié su sinceridad y su claridad.

El feedback debería ser claro, específico y debería ser dado con respeto y cariño. Yo sabía que la intención de mi jefa era que mejore. De repente pudo haberlo hecho de otra manera, pero en retrospectiva, ese feedback inmediato le permitió hablar de una situación específica. De esa manera pude entender mejor mi oportunidad de mejora y actuar rápido.

Esto es lo que he aprendido en el camino

Antes de dar feedback:

  1. Entiende cómo te gustaría recibirlo y trata de comunicarlo de esa manera. Se vulnerable, abiertx y receptivx.
  2. El feedback no se trata de hacer sentir a la otra persona culpable o avergonzada. Imagina la conversación e identifica si podrías hacer sentir a la otra persona así: piensa de qué otras maneras puedes comunicarlo.
  3. Identifica las fortalezas de la persona que lo recibe y piensa de qué manera esas habilidades podrían ayudarla a superar los retos que le plantearás. “He visto que eres muy buenx haciendo x. Haces una gran diferencia. Si vemos la figura completa, veo que podrías aplicar esa habilidad aquí, ¿qué opinas?”.
  4. Trata de acordarte de eventos específicos en donde viste esas oportunidades de mejora y también esas fortalezas en la otra persona (sirve muchísimo poner ejemplos). Así ambos están en la misma página. O, como lo hizo mi jefa, también sirve dar el feedback en el instante.

Durante el feedback:

  1. Primero reconoce lo que hizo bien y luego indícale a la otra persona qué cosas necesitan más trabajo.
  2. Anda dispuesto a escuchar. Haz preguntas y ten en cuenta que puede que no sepas la historia completa.
  3. Muéstrate dispuestx a ayudar, a encontrar una solución y que la otra persona sienta que tú también te atribuyes cierta responsabilidad.
  4. No se trata de decir cómo hacer las cosas, sino de ayudar a que la otra persona reflexione y experimente para que ella misma pueda encontrar la solución.
  5. Puedes proponerle maneras de ayudarlx.

Creo que está en nosotros mismos el normalizar el feedback. Tras mi primer encuentro fugaz con el feedback real, me dispuse a hacerlo más seguido porque me di cuenta de su valor. De todas maneras la empresa o el ambiente de trabajo juegan un rol muy importante, ya que pueden ser habilitadores de estas conversaciones y pueden aligerar la carga emocional de esta actividad.

En la última empresa donde trabajé, el feedback llevaba otro nombre: “tomar un café”. Me pareció una idea increíble porque no solo la empresa pagaba el cafecito, sino que también te resultaba más fácil decirle a alguien para ir por un café. Esas conversaciones regulares, con café en mano, hicieron que en poco tiempo pueda adaptarme a esa nueva empresa y de hecho me permitieron escalar rápido y conocer a mucha más gente.

Y ahora… Después de leer esto, ¿te animas a tomar un café?

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