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La salud mental en el Perú: ¿cuál debería ser el rol de la sociedad?

La salud mental en el Perú: ¿cuál debería ser el rol de la sociedad?

Si bien en 2017 el Gobierno viró hacia un modelo que contribuye a solucionar la falta de centros de atención y acceso a profesionales especializados en salud mental, urge preguntarnos cómo podemos contribuir con mejorar esta realidad.

Por: Jimena Sánchez-Griñan*

Según informes del Ministerio de Salud (MINSA) de 2017, 1 de cada 3 peruanos mayores de 12 años presenta a lo largo de su vida un problema de salud mental. ¿Lo grave? Se proyectó que solo el 10% lograría atenderse con un profesional.

Esa cifra motivó a que ese mismo año se replanteara la estrategia del Gobierno. Pasamos de una política centralizada, en donde todo giraba en torno a los pocos hospitales psiquiátricos disponibles, hacia una política en donde la salud mental es pública y comunitaria. Es decir, al alcance de todos y con la ayuda de todos.

El modelo anterior generaba una brecha gigante entre la cantidad de personas que buscaban atención especializada y la cantidad de profesionales y centros disponibles. Esto se redujo con la creación de centros comunitarios que, bajo un modelo multidisciplinario, podían brindar medicinas y terapias a más ciudadanos.

Si bien el gobierno viró a un modelo que busca solucionar la falta de centros de atención y acceso a profesionales, urge preguntarnos cómo podemos poner un pequeño grano de arena para mejorar esta realidad.

¿Qué podemos hacer?

Al igual que el Gobierno, tenemos que replantearnos las formas en las que hemos venido manejando los temas relacionados a la salud mental. Debemos comprender mejor cuáles son nuestras responsabilidades como parte de una sociedad afectada por estos males “silenciosos”. Es evidente que casi todos conocemos a alguien que quiere/necesita atención psicológica o psiquiátrica.

Principalmente, debemos informarnos. Todos debemos conocer qué ofrece el Gobierno, nuestro seguro (público o privado) y nuestro contexto. Utilicemos las herramientas que tenemos a nuestra disposición para buscar información o ayuda profesional. Instagram, por ejemplo, ha creado una opción para que, al buscar palabras como depresión, podamos acceder a líneas de asistencia especializada o textos de apoyo.

También debemos ser más empáticos y conscientes con las expresiones que utilizamos día a día, y de cómo pueden afectar a quienes nos rodean. Muchas personas utilizan términos relacionados a la depresión y la ansiedad sin saber verdaderamente qué significan.

“Pongámonos en el lugar de las personas que están luchando con batallas internas y seamos más conscientes de cómo es nuestra actitud con ellos”.

Otra manera de contribuir como individuos y como sociedad, es normalizar la conversación en torno a las enfermedades psiquiátricas y reconsiderar la prioridad que le damos al tratamiento de la mismas. En un mundo agresivo con constantes exigencias y críticas, practiquemos la empatía y la comprensión, y tratemos de estar más presentes para aquellos que están pasando por momentos difíciles.

Para alguien luchando contra la depresión, un trauma o algún tipo de ansiedad, salir de casa y disfrutar de alguna actividad, ir a trabajar o simplemente comprar lo necesario para el desayuno, puede volverse un inmenso reto. Pongámonos en el lugar de las personas que están luchando con batallas internas y seamos más conscientes de cómo es nuestra actitud con ellos. Pequeñas acciones hacen la diferencia.

*Acerca de la autora:

Licenciada en Psicología, especialista en Terapia Cognitivo-Conductual. He llevado cursos en Disciplina Positiva Beck Institute. Cuenta con amplia experiencia trabajando con niños y adolescentes desde el ámbito escolar y privado. Además, se ha desempeñado como terapeuta en el programa de inclusión social del Centro Infatec.

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