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Reproducción asistida y sus dilemas éticos

Reproducción asistida y sus dilemas éticos

En un país en donde el aborto está penado y las personas que se aman no se pueden casar si son del mismo sexo, donde un cardenal culpa a las niñas violadas por provocar a sus victimarios, y donde si eres una mujer y quieres adoptar un bebé no puedes hacerlo a menos que estés casada, no es sorpresa que sean tabú temas que en otros países ya ni se tocan por estar totalmente normalizados. Uno de ellos es la reproducción asistida.

Primero están los que dicen que adoptar debe ser la primera opción de una mujer o pareja que no puede tener hijos de manera natural. ¿Por qué adoptar no debe ser la primera opción para todos, pero sí en este caso? Una persona o pareja debería ser libre de elegir el método que prefiera para tener hijos y es completamente natural que prefiera tener hijos que sean biológicamente propios. Adoptar es una acción altruista y genera un impacto en la familia que adopta y en la vida del niño adoptado, pero debe ser una decisión personal y nadie tiene por qué criticar o señalar a quien elige una opción distinta.

También están, aunque usted no lo crea, los que señalan que si alguien no puede tener hijos, no debe “forzar” a la naturaleza. Me cuesta entender cómo estas personas toman medicamentos (si estás enfermo, no hay que forzar la cura), o usan lentes o comen cualquier alimento con preservantes. Es tan disparatado este argumento, que no vale la pena dedicarle más líneas.

Hay temas que considero más discutibles. Por ejemplo, la tecnología hoy permite, antes de la fecundación, descartar todo tipo de enfermedades, pero también elegir características en el futuro bebé.

Lo más común es que los padres elijan el sexo de su hijo, en algunos casos porque ya tienen un hijo y quieren una hija, en otros por simple preferencia. ¿Qué pasaría si todos hicieran lo mismo y prefirieran un sexo en particular? Para muestra, ya hay países que, por otras razones, tienen un déficit importante de mujeres el día de hoy.

El tema se complica cuando ya no se trata solo de elegir si es hombre o mujer. ¿Qué pasará el día de mañana cuando sea factible que cualquiera pueda elegir otras características como color de ojos, piel o altura? ¿Cómo cambiaría el mundo si podemos determinar, incluso, genes sobre la inteligencia y el comportamiento? ¿Cuál es el límite? ¿Quién lo pone? Pero lo más importante: ¿cuáles serán las consecuencias sobre la población cuando estos límites no existan?

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