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Historia del feminismo: ¿qué nos dejó la primera ola del movimiento?

Historia del feminismo: ¿qué nos dejó la primera ola del movimiento?

Para continuar con la historia del feminismo, nos acercamos a las distintas corrientes que formaron parte de este movimiento. Por ejemplo, la llamada primera ola*, que tuvo lugar entre el siglo XIX y principios del siglo XX. Durante esta etapa, que fue marcada por el movimiento sufragista, las mujeres occidentales lucharon por adquirir derechos cívicos.

¿Porqué los derechos cívicos fueron el motor de la primera ola del movimiento feminista?

Las mujeres aún pertenecían a la esfera privada durante el siglo XXI. Eran definidas por la relación que tenían con sus maridos, padres o hermanos. No podían poseer cuentas bancarias ni patrimonios. Tampoco tenían derecho a pedir el divorcio ni a tener la custodia de sus hijos; y la violación marital no era tomada en cuenta.

La influencia del movimiento abolicionista

Al pensar en feminismo, pocas veces pensamos en la influencia del movimiento abolicionista. En Estados Unidos, mujeres abolicionistas como Lucrecia Mott o Elizabeth Cady Stanton, se vieron inspiradas por este movimiento y aplicaron los conceptos de libertad e igualdad para su género.

Gracias a ellas y otras mujeres, se realizó la primera convención sobre los derechos de la mujer en julio de 1848. Conocida como la Convención de Seneca Falls (Nueva York), el evento concluyó con la Declaración de Sentimientos: un documento que expone once resoluciones de mujeres que critican las restricciones políticas a las que eran sometidas.

Por primera vez en la historia, se incluye el reclamo por el derecho al voto (aunque tuvieron que pasar un par de décadas para que fuera tomado en cuenta).

La lucha por el voto femenino

En 1869, Elizabeth Cady Stanton y Susan B. Anthony forman la Asociación Nacional de Sufragio de la Mujer, tras percatarse que el voto femenino no estaba incluido en la Decimoquinta Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos.

Basan su pedido en la Declaración de Independencia, que otorga a todos los estadounidenses derechos inalienables. Sin embargo, las feministas más radicales consideraban que una lucha centrada en el sufragio no concluiría en la liberación de las mujeres, argumentando que el voto ni siquiera logró la igualdad para todos los hombres.

En el Reino Unido, el movimiento sufragista comenzó en 1897 con la Unión Nacional de Sociedades de Sufragio Femenino (NUWSS por su siglas en inglés) con Millicent Fawcett. En 1903, se crea la Unión Social y Política de las Mujeres por Emmeline Pankhurst y sus dos hijas, Christabel Pankhurst y Sylvia Pankurst. Esta última utilizó medidas más drásticas para lograr el acceso al voto.

¿Feminismo para quién?

Tras la Convención de Seneca Falls queda claro que el movimiento feminista estaba liderado por mujeres blancas de clase alta y dejaba de lado a mujeres afroamericanas, quienes habían abogado por sus derechos mucho antes de la Convención (una de las grandes voces fue Sojourner Truth con su famoso discurso “Ain’t I a Woman”).

Si bien la lucha por el sufragio femenino en Estados Unidos comenzó con argumentos sobre la igualdad, con la llegada de inmigrantes se transformó en una causa basada en argumentos racistas y elitistas. Esto originó una brecha entre las sufragistas y las estadounidenses trabajadoras, que se preocupaban más por obtener legislaciones que las protejan en el trabajo.

“Recién en 1920, las mujeres estadounidenses obtuvieron el derecho al sufragio a través de la Decimonovena Enmienda”.

Susan B. Anthony mantenía su postura considerando que, antes de abordar esos temas, había que obtener el voto, que se fue obteniendo poco a poco -y en algunos estados americanos- bajo ciertas condiciones. Recién en 1920, las mujeres obtuvieron el derecho al sufragio a través de la Decimonovena Enmienda.

En el Reino Unido, el voto se obtuvo en 1918 y también estaba sujeto a ciertas condiciones: mujeres mayores de 30 años que tuvieran tierras, un grado universitario o fueran amas de casa, podían presentarse a las urnas.

¿Qué nos dejó la primera ola?

La primera ola del feminismo concluyó con la obtención del voto femenino en varios países occidentales. Sin embargo, fue disolviéndose tras alcanzar este propósito, ya que no existía una meta en común para continuar con el movimiento; muy a pesar de feministas como la escritora Charlotte Perkins Gilman, que consideraba que las mujeres solo obtendrían libertad si eran separadas del ámbito domestico que las hacía dependientes de los hombres.

Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, las mujeres pudieron participar nuevamente en la vida laboral. Pero no sería hasta la década del sesenta, después de años de ser nuevamente encasilladas en la esfera privada, que la segunda ola feminista comenzaría.

*Para diversos historiadores la primera ola del feminismo surgió a mediados del siglo XVIII.

La autora de este texto considera los estudios estadounidenses y europeos entorno a la historia del feminismo, que sitúan a la primera ola desde mediados del siglo XIX hasta la década de los cincuenta del siglo XX. 

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