¿Qué es el consumo consciente y cómo te puede ayudar?

Nos hemos vuelto personas que constantemente crean necesidades que antes no existían. Utilizamos el consumo para apaciguar problemas ajenos. Somos víctimas de las novedades, las guerras de precios y los últimos lanzamientos. ¿Has considerado adoptar una forma de consumo consciente?
Actualmente vivimos al borde de la década del consumismo (2010 – 2019). Según informes del Banco Mundial, en el 2009 el gasto de consumo final en los hogares estaba decreciendo -0.239% en el mundo. Sin embargo, en el año 2010 el crecimiento se disparó a +3.014%.
Claramente, estos indicadores están relacionados a varios factores económicos y realidades por país, pero la evolución en la curva es realmente impactante.
En el 2017 se vio el pico más alto en gastos de consumo final de los hogares de la última década. Este se revirtió al año siguiente (2018 +3.078%), pero aún así el porcentaje estuvo por encima del gran pico que se vivió en el 2010.
Si damos un vistazo de cerca a la evolución del consumo por tipos de ingreso en el mundo, podemos ver algo sumamente curioso: el porcentaje de crecimiento de consumo es mayor en los países de menores ingresos. Al analizar la curva, el consumo en países de ingreso alto, es constante. Mientras que en el resto de niveles socio económicos, se ve una fluctuación, lo cual puede deberse, en palabras resumidas, a su sensibilidad a factores externos como índices laborales, economía país, precios, etc.
Si damos un vistazo de cerca a la evolución del consumo por continente, Europa y América del Norte tienen un crecimiento en el consumo sostenido. Mientras que América Latina y el Caribe ya no muestran los picos más altos, y se puede apreciar un porcentaje de crecimiento mucho más regulado -considerando que mientras haya más población en el mundo, un crecimiento medido es algo normal.
¿Qué pasó en esta década y cómo podemos entender esta evolución en el consumo?
Hay ciertos puntos relevantes que nos pueden ayudar a entender mejor la figura:
- El mundo empieza a recuperarse de la gran crisis económica del 2008 – 2009.
- Las cifras del calentamiento global se hacen más notables cumpliendo con temperaturas récord. “La concentración de CO2 aumentó de 390 a 410 PPM durante la década.” – Fuente Wikipedia.
- Continúa masificándose el consumo de internet (se da el despliegue de la banda ancha).
- Evolucionan los teléfonos celulares a “smartphones”.
- Incrementa el uso y la aparición de redes sociales.
- “Los operadores de streaming se hacen muy populares, ventas de música digital superaron las ventas de CD y las películas de superhéroes se convirtieron en líderes de taquilla.”
¿Será que la conectividad, el acceso a la información o visualizar lo que otros tienen, ha producido que, sin razón alguna, consumamos más? ¿Será que los avances tecnológicos crean una inquietud o miedo social al “pasar de moda”? ¿Será que nos estamos comparando más que antes?
Razones hay muchas, pero lo que queda claro es que la forma de consumo actual no es un comportamiento sano ni para nosotros, ni para el planeta. Si bien actualmente -y naturalmente- lo relacionamos con moda o tendencias, no olvidemos hay otros tipos de consumo que también tienen crecimiento increíble. Por ejemplo, la producción de carne en toneladas en el mundo:
A inicios de los 60 éramos 3.000 millones de personas en el mundo, ahora somos más del doble. Pero el consumo en carne no se ha duplicado… ¡Es 7 veces lo que se consumía en esa década!
No solo hablamos de comprar más celulares, ropa, accesorios, etc. Estamos viendo que consumimos más en general, incluso alimentos. Lo cual desencadena en una mayor explotación de nuestros recursos naturales -que como bien sabemos, no son infinitos.
Buscando el equilibrio
Si bien existe una tendencia hacia el “minimalismo”, un nuevo comportamiento que se basa en tener únicamente lo necesario para subsistir -considerado para algunas personas demasiado extremo- sí podemos encontrar un término medio. Es importante, incluso imprescindible, adoptar nuevas formas de consumo que nos ayuden a equilibrar la forma en la que consumimos hoy, como por ejemplo, lo que llamamos un consumo consciente.
El consumo consciente se desarrolla cuando cumplimos algunos objetivos básicos:
- Conocemos bien nuestras necesidades. Sabemos diferenciar una necesidad real de una necesidad ficticia, logramos identificar en qué momento aparece cada una y tomamos decisiones en base a esa identificación.
- Conocemos bien lo que ya tenemos. Tenemos un mejor vínculo con nuestras posesiones, no andan olvidadas, llenándose de humedad en alguna parte de nuestras casas. Tenemos todo a la vista y sabemos reconocer y agradecer todo lo que tenemos.
- Pensamos antes de comprar. El acto de comprar no se desarrolla en automático y generamos algunas preguntas antes de concluir una compra. Por ejemplo: ¿Realmente lo necesito? ¿Está en mi lista de compras? ¿Es el precio justo a pagar? ¿Es un producto bueno para mí? ¿Fue hecho de manera correcta?
¿Cómo nos puede ayudar?
Evolucionar de un consumo automático a un consumo consciente tiene muchos beneficios intrínsecos y extrínsecos.
Internamente, sanamos la constante sensación de necesidad, enfocándonos más en el presente, en lo que ya tenemos, y disfrutando de ello. Además, esta actitud nos permite conocernos más, poniendo en valor lo que nos hace únicos. Lo que decidimos tener, y lo que no, también marca una diferencia en quienes somos.
Externamente, cuidamos nuestras finanzas -y claro está que esta es mi parte favorita. Ser más conscientes del proceso de desembolsar nuestro dinero nos lleva a cuidarlo mucho más, y valorar el poder ahorrarlo, ya que se vuelve menor la frecuencia o cantidad de compra.
¿Cómo puede ayudar al mundo?
Al desarrollar un consumo más consciente promovemos una menor explotación de recursos naturales. Y sí, sabemos que esto es de a pocos y que tiene mucho que ver con poner nuestro granito de arena, pero si juntos lo hacemos podemos lograr grandes impactos.
Para producir 1 polo de algodón se usan 2000 litros de agua y para 1 pantalón 11,000 litros. Pongamos como promedio por prenda 6000 litros de agua. En Estados Unidos se consumen, en promedio por persona, 68 prendas de vestir al año. Si en lugar de consumir eso, usamos más veces ese polo de algodón o ese jean, compramos productos hechos de materiales reciclados o de segunda o hacemos intercambios de cosas con amigos, ¿podríamos quizás reducir el promedio a unas 12 prendas al año? De este modo ahorraríamos, por persona, 300,000 litros de agua. ¡Solo usando más lo que ya tenemos nuestro impacto se puede ver multiplicado en la reducción de miles de litros!
También podemos poner en práctica otras acciones como:
- Disminuir la cantidad de carne que consumimos semanalmente, por ejemplo, comer carne de res una vez a la semana.
- Utilizar una lista al hacer las compras del hogar para no comprar de más.
- Exprimir nuestras herramientas tecnológicas y no buscar renovar simplemente por nuevas tendencias.
Para terminar este interesante tema, quiero recomendarles algunas fuentes de información que pueden potenciar sus conocimientos:
- Libro: Slow Fashion
- Netflix: Con los pies en la tierra, de Zac Efron (episodio Costa Rica especialmente).
- Documental: Patriot Act. (episodio Fast Fashion).
Existe muchísima información de este tema, sobre todo en relación al rubro de la moda. Pero es increíble cómo el consumismo se ve reflejado también en otros aspectos de nuestra vida. ¡Seamos más conscientes!
Fuentes:
Redactora de ahorros y finanzas personales en Vitamina M. Marketera con 6 años de experiencia en retail.