¿Por qué la diversidad amenaza la norma?

Algunas herramientas para entender la diversidad y combatir la desigualdad desde cualquier plataforma.
Por: Josué Parodi @josueparodi
Desde que salí de la universidad, con mucho orgullo, al presentarme, sumo a mi nombre un “soy actor, gestor cultural y comunicador” porque es lo que me esforcé en alcanzar. La gente sonríe y yo también. Con eso basta para que quienes me acompañan se hagan una idea de quién soy.
Esas son las etiquetas con las que yo elijo presentarme. Sin embargo, hay otras etiquetas que se pueden percibir con tan solo interactuar conmigo: afrodescendiente, femenino, en sus veintes, entre otras. Justamente, estas otras informaciones de mí también configuran la interacción a construir conmigo.
“Existen diversas diversidades (sí, eso fue a propósito): diversidad sexual, cultural, biodiversidad, étnica, lingüística y la lista podría seguir”.
Las dimensiones humanas son cada una de esas etiquetas que llevamos. Nacemos con varias, otras las descubrimos y otras, incluso, las construimos. El color de la piel, la identidad de género, el vivir o no con una discapacidad, el nivel socioeconómico, el dialecto, el estado civil, la ocupación, las responsabilidades familiares, el estatus migratorio, la orientación sexual y muchísimas más. Hay algunas que se pueden ver y otras que no.
La variedad de cada dimensión y la intersección de una con otra crean la diversidad. La diversidad significa que existe distinción y multiplicidad. Por lo mismo, existen diversas diversidades (sí, eso fue a propósito): diversidad sexual, cultural, biodiversidad, étnica, lingüística y la lista podría seguir.
Reconocer la diversidad
Este es el Mes del Orgullo LGBTI+ porque, en 1969, en Nueva York, se desataron las revueltas que hoy permiten que continuemos exigiendo nuestros derechos, celebremos y conmemoremos a quienes ya no están. Todo este movimiento fue liderado mujeres trans afrolatinas, bisexuales y de diversos géneros. Es decir, personas que se reconocían como parte de la diversidad sexual y de género, y no temían expresarlo al mundo.
La diversidad sexual comprende varios conceptos, pero los principales son la orientación sexual, la identidad de género y la expresión de género. Todas las personas tenemos estas tres categorías de la sexualidad y el género. Son independientes una de otra y existen en simultáneo.

Sin embargo, el problema (para el colectivo) está cuando abrazamos esa diversidad. ¿Por qué? Porque la sociedad en la que vivimos ha diseñado un perfil único de persona (determinado género, color de piel, orientación, etc.) con el que ha construido su sistema. La diversidad siempre será una amenaza para la norma. El cambio incomoda y rompe con todo lo que se había establecido como fijo. Es desde aquí que se desvalora la diversidad con el prejuicio.
El prejuicio protege al sistema de incorporar diversidad y de cuestionar la norma. Esto se ve reflejado claramente cuando escala a problemáticas como el racismo, el clasismo, la homotransfobia y más. Todas estas formas de discriminación predisponen a determinados perfiles a privilegiarse por encima de otros. La falta de acceso a identidad, salud, educación, trabajo, vida digna (y más) de mujeres trans, afrodescendientes, personas con discapacidad, personas mayores, etc., es resultado de un sistema enquistado con prejuicios.
¿Qué puedes hacer tú? ¿Qué puedo hacer yo?
¡Puedes hacer mucho! Lo principal es reconocer el privilegio del que gozas. Puede ser heredado o trabajado. No importa. El privilegio no es malo, pero no estar al tanto de ello, sí lo es. Una vez que yo reconozca que mi ficha está más adelante en el tablero que las otras, puedo empezar a hacerme cargo. Desde ese punto de partida, se puede hacer muchísimo. Por ejemplo:
- Aliarme a las luchas dándole voz a quienes se sigue silenciando. No hay plataforma pequeña. Con que alguien se disponga a escucharme, ya podemos iniciar la conversación.
- Participar de las acciones e intervenciones. Los y las aliadas son bienvenidas a mostrar su apoyo. Es necesario ser visible para que el Estado nos reconozca.
- Evitar reproducir violencias normalizadas. Es muy difícil reevaluar todas nuestras conductas, sí. Pero parar y cuestionar las bromas homotransfóbicas o violentas es una gran práctica.
- Callarse y escuchar. Es tiempo de comprender que hay mucho que no sabemos. La empatía sirve muchísimo para combatir el prejuicio.
Desde el espacio corporativo, es aún más engorroso el proceso de revisitar políticas laborales que, por años, han establecido las normas. Sin embargo, es la tarea: incluir. Pero, incluir coherentemente. No basta con abanderar de colores tu logo.
¿Cuántas personas trans están en tu espacio de trabajo? ¿Pueden trabajar con el nombre con el que se identifican? ¿Pueden ingresar al baño en el que se sienten más cómodas? ¿Cuántas personas LGBTI+ tienen cargos importantes en tu espacio de trabajo? ¿Tu clientela no heterosexual tiene beneficios similares a quienes sí lo son?
“Hay muchísimo por hacer. El prejuicio en nuestro país es fuertísimo: es celebrado, aplaudido, financiado y renovado en televisión cada día”.
Siempre se dice que se debe empezar por casa. Sumémosle el trabajo. Si realmente hay un interés en generar un impacto, contáctate con organizaciones que trabajen de adentro hacia afuera la inclusión laboral LGBTI+. Empresas Presente (@presentempresas en Instagram), por ejemplo, es una gran opción.
Hay muchísimo por hacer. El prejuicio en nuestro país es fuertísimo: es celebrado, aplaudido, financiado y renovado en televisión cada día. Pero, también, día a día, conversación a conversación, se va combatiendo y cuestionando. Estoy seguro que el cambio llegará. Yo siempre digo que hacen falta tres poderosos ingredientes: la educación, la empatía y -por qué no- el amor.
¿Somos todas las personas iguales? No. Y eso es lo más poderoso. La diversidad es el valor más grande de cada persona. Celebrémoslo.
Acerca del autor:
Josué Parodi es actor, gestor cultural y comunicador. Afroperuano y gay.