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One night stand: la realidad detrás de una noche

One night stand: la realidad detrás de una noche

©Vitamina M

Dicen que no hay nada mejor que levantarse en tu propia cama, sentir el olor de tu propia almohada y abrir la ventana que mira hacia un horizonte, el mismo que que te acompaña cada mañana. Pero si nos ponemos a pensar, ¿sería tan terrible despertar y abrir la ventana que mira hacia el horizonte de alguien más? ¿Será que el olor de otra almohada puede hacernos sentir distintas? ¿Y puede que enfrentarnos a lo desconocido se convierta en una misión suicida?

Es una noche de aquellas, sales de tu casa sin expectativas, con ganas de pasar un buen rato con tus amigas o amigos, la noche toma su curso y sin menor aviso se presenta uno de esos momentos en los que la mente responde tan rápido como el líder de la familia que defiende el trono en Family Feud. Sin más ni menos te subiste a un taxi con él y te enrumbaste hacia lo desconocido, mientras tu corazón late a mil por hora (esos latidos que sólo la emoción puede dar), tus manos sudan (y sabes que las de él también), tu mente se pone en blanco -o mejor dicho multicolor- y simplemente te dejas llevar. Dejas atrás las inhibiciones, los parámetros, los estereotipos y sobre todo tus propios miedos. Suena bien, ¿verdad?

Es otra de esas noches… Lo conoces desde hace mucho, no te lo encuentras, pero sabes perfectamente dónde está, y entre copa y copa tu celular vibra, y sin dudarlo por un segundo, lees, interiorizas y respondes. Es lo que esperabas hace meses, tal vez no de la forma en la que lo esperabas, pero finalmente se da. Te emocionas, pero al mismo tiempo titubeas…, nuevamente te subes al taxi y enrumbas. Las manos te sudan, pero esta vez no sabes si las de él lo hacen, tu mente esta en cualquier tono del Pantone menos en blanco y sientes que si no te dejas llevar ahora, tus miedos te habrán ganado.

 

“Un one night stand no es el fin del mundo: no te hace menos decente, ni te quita validez. Puede llevarte a crear momentos inolvidables -de esos que recuerdas entre risas- de la misma manera en la que puede hacer de una decisión fugaz, algo que te cambia para siempre.”

 

Por un momento te olvidas de lo que estás haciendo…, ¡esto es todo lo que esperabas! Sientes que por fin los astros se alinearon a tu favor. Se miran y sabes que los dos están sintiendo lo mismo. Pero, ¿sabes realmente si los dos están sintiendo lo mismo? Sí, no, sí, no…

El regreso hacia tu casa es un momento clave…, aquí es cuando te invaden las dudas. Ya no te sudan las manos, y más bien te lagrimean los ojos. Sabes que el precio de haber vencido esos miedos se ha transformado en una deuda de elevados intereses. Complicado, ¿verdad?

¿Cuál es la cara de la moneda que preferirías elegir? La realidad es que en cada situación la moneda cambia de caras. Hay días en los que salir caminando sin zapatos por un pasillo que nunca antes habíamos visto es capaz de poner en nuestra cara la sonrisa más grande; y hay días que en los que salir, con todo en su lugar, por ese pasillo que tantas veces habías visto puede convertirse en la mayor de las decepciones.

No creo en arrepentirse de las decisiones que se toman, pero hay momentos en los que arrepentirse de los pensamientos que tuvimos es inevitable. Un one night stand no es el fin del mundo: no te hace menos decente, ni te quita validez. Puede llevarte a crear momentos inolvidables -de esos que recuerdas entre risas- de la misma manera en la que puede hacer de una decisión fugaz, algo que te cambia para siempre.

Las personas que se cruzan en nuestra vida, sea cual sea la circunstancia en la que lo hagan, siempre nos enseñan algo. A veces nos enseñan que disfrutar los momentos al máximo es lo que hace de la vida una maravilla, y a veces nos enseñan a darnos cuenta de qué es lo que realmente queremos, quiénes somos y qué nos merecemos.

Quién diría que detrás de un one night stand hay tanto… Y tú, ¿qué experiencia memorable -o lamentablemente imborrable- has tenido?

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