Sí, la menstruación aún es un tabú en distintas partes del mundo

A pesar de ser un suceso completamente natural, existen varios mitos sobre la menstruación alrededor del mundo. ¿Cómo afectan a las mujeres estos tabúes?
Se dice que la regla tiene la capacidad de afectarnos en distintos aspectos: desde la cocina (no prepares mayonesa o crema porque se cortará), la belleza (no te laves o cortes el cabello en esos días), y hasta en la higiene (no te bañes hasta el cuarto día).
Si bien una puede reírse leyendo estos ejemplos, estas creencias pueden afectar la salud, el bienestar y la educación de cientos de mujeres alrededor del mundo. Y evidencian un problema mayor: aún nos falta mucho camino para romper con la barrera de género.
La menstruación alrededor del mundo
Hablar sobre la menstruación no es tan fácil en algunas culturas. Según Unicef, en Malaui los padres evitan abordar el tema con sus hijas. Lo mismo ocurre en la India, en donde ni los padres ni los hermanos –es decir, ninguna figura masculina– habla del tema. Además, al comprar toallas higiénicas, los productos se envuelven entre papeles y bolsas negras para que nadie se entere de que una mujer está menstruando.
Al investigar sobre diferentes creencias, me di cuenta que muchas favorecen la exclusión de la mujer, ya sea en el ámbito laboral o religioso. En Japón se cree que las papilas gustativas cambian cuando la mujer está menstruando, motivo por el cual no deben cocinar durante esos días (razón por la que no existen mujeres chefs de sushi). Esto impide –una vez más– que obtengan ciertos tipos de trabajo.
En Chhaupadi aún existen comunidades rurales que excluyen del pueblo a las mujeres que están menstruando.
En algunas religiones la mujer es considerada impura cuando está con el periodo. Por ejemplo, en el judaísmo se encuentra en una condición de Niddah (retirada). Esta condición se da desde el momento en que comienza la menstruación hasta que completa el Mikveh, que consiste en un baño de purificación una vez finaliza el ciclo menstrual. Durante este tiempo, debe ser separada del hombre y debe evitar tener relaciones sexuales. Por otro lado, en el Islam, las mujeres no pueden tener relaciones sexuales, no deben tocar el Corán y no tienen permitido entrar a la mezquita. También están exentas de practicar el Ramadán.
En 2005 se prohibió en Nepal la práctica del Chhaupadi. Sin importar la ley, aún existen comunidades en zonas rurales que practican esta tradición hinduista, que consiste en excluir del pueblo a las mujeres que están menstruando, enviándolas a unas casetas en las afueras con el objetivo de evitar la “contaminación”. Se cree que en esos días son impuras: además de tener prohibido el contacto con otras personas que no están menstruando, se les impide comer alimentos nutritivos y asistir al colegio.
Un problema social
Según Global Citizen, la menstruación afecta la asistencia de un 41% de niñas en Nepal. Este problema también existe en India, Benín y Kenya. Un informe del Banco Mundial declara que, en África, una de cada diez niñas falta al colegio cuando está con la regla y algunas incluso dejan la educación por completo a partir su primera menstruación.
A pesar de sentir que la postura occidental es más avanzada en este tema, aún queda mucho por hacer y discutir. En Latinoamérica, por ejemplo, persisten estigmas sobre la regla que hacen difícil hablar del tema.
Un informe del Banco Mundial declara que, en África, una de cada diez niñas falta al colegio cuando está con la regla.
Tratándose de algo natural, es difícil de creer que la sociedad le tenga aversión y la convierta en un tema de censura. Este fue el caso de la fotógrafa Harley Weir: Instagram desactivó su cuenta cuando ella publicó imágenes con sangrado haciendo referencia a la menstruación. La misma red social también eliminó la fotografía de la poeta Rupi Kaur, donde se llegaban a ver unas manchas de sangre en su pantalón y en la cama.

Esto nos lleva a evaluar la doble moral en la que vivimos: por un lado a la sociedad le da asco ver o hablar de la menstruación, pero la sangre derramada por la violencia no causa el mismo disgusto. Hace un par de años, Elonë Kastrati logró llamar la atención hacia esta doble moral a través de #PadsAgainstSexism. Una iniciativa en la cual la feminista utilizó, como medio de comunicación, toallas higiénicas que pegó alrededor de la ciudad para abordar un tema más importante: el sexismo.
Me quedo con una de sus frases: “Imagínense si los hombres se asquearan tanto con la violación, como se asquean con el periodo”.