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La realidad de ser mamá, por Karla Schwartzmann

La realidad de ser mamá, por Karla Schwartzmann

 

Ser mamá, como todas sabemos, es algo increíble…, pero existe una parte -la parte oscura, la difícil- que nadie te cuenta con honestidad.

Olivia nació el 23 de noviembre, hace 5 meses y unos días. Empecemos por el parto… Mi parto fue inducido el día que cumplí 40 semanas de embarazo; Olivia estaba volteada, pero no quería salir. Entré a trabajo de parto el 22 de noviembre a las 3pm, fui caminando a la clínica, intentando dilatar con el dolor de las contracciones…, cuando llegué estaba en 1 de dilatación, es decir, NADA.

Aparte del embarazo, que es otra historia, el parto es la primera parte difícil de ser mamá. Es súper doloroso y en mi caso fue súper largo; duró 16 horas, y finalmente di a luz el 23 de noviembre a las 7.30am. La parte dolorosa no fue el parto per sé, sino toda la preparación hasta estar en 10 de dilatación lista para dar a luz. ¿Duele? A mi me dolió muchísimo…, cada contracción la sentía más que la anterior (en mi opinión me demoré un poco en pedir la epidural), pero cuando me la pusieron me sentí mejor, más tranquila y pude dilatar con “calma”. La parte de “pujar” duró 5 minutos.

Olivia nació y ahí empezó la realidad…Cuando nace tu hija/o, tu vida pasada termina y empiezas una nueva vida… No es que dejes de vivir, simplemente tu cabeza y tu corazón pasan a pertenecerle a otra persona, en mi caso a mi hija Olivia.

Empiezas a amar a alguien de una forma tan fuerte que es imposible de explicar (todas las mamás que me están leyendo lo saben), tu corazón empieza a vivir fuera de ti y pasa a ser de esta personita que hace unos segundos era parte de ti.

Esta es la parte bonita, pero ¿por qué nadie te dice lo que la lactancia significa?

 

“¿Por qué no me pude quedar en la clínica todo el primer mes? Llegué a mi casa, mi mamá se fue a la suya, y nos quedamos Tom, Olivia y yo sin saber qué hacer.”

 

Cuando nació Olivia lo primero que hice fue empezar a darle de lactar -es lo primero que buscan los bebés…, comida, tu calor, tu olor. Volviendo a lo complicado y el sacrificio que involucra la lactancia: el primer día no me dolió, pero el segundo… Cada lactada te duele y arde como una herida abierta. Me puse crema e hice todo lo que te dicen que debes de hacer, pero aún así no dejó de dolerme -ni dejé de ser una mama primeriza sin experiencia- y los recién nacidos están pegados a tu teta a toda hora, cada hora o, con suerte, cada dos horas.

En la clínica estás rodeada de gente, entonces todavía no te das cuenta de tu nueva realidad, tienes a enfermeras que te ayudan en todo y a tu familia y amigos visitando, hasta que llega el día que te toca volver a tu casa, a tu nueva realidad ¿Por qué no me pude quedar en la clínica todo el primer mes? Llegué a mi casa, mi mamá se fue a la suya, y nos quedamos Tom, Olivia y yo sin saber qué hacer. Felizmente en la clínica ya me habían dado unas clases para aprender a cambiar el pañal…¡FELIZMENTE! Por lo menos eso sabíamos -aunque a medias.

En el día todo genial, Olivia comía y comía, chanchito, pañal, dormir. Esto digamos que “funciona perfecto” cuando es de día y cuando Tom todavía estaba en la casa para ayudarme, pero cuando llega la noche… Hacer toda esta rutina de noche y con sueño…, nadie te cuenta esa parte. El lindo chanchito se pone cada vez más complicado, todo se pone más complicado, porque te mueres de sueño, pero no es el sueño de quien se fue a una fiesta y al día siguiente tiene que hacer cosas temprano, es un sueño sin descanso que se acumula con los días, porque tu bebe te necesita a ti. Quiere tu olor, los latidos de tu corazón, el sonido de tu estómago, tu teta…. SOLO TE QUIERE A TI. Y es delicioso, pero también agotador y hasta frustrante.

 

“Cada vez que oscurecía empezaba mi ansiedad en torno a cómo iba a ser esa noche. Daba de lactar hasta dormida…”

 

¿Por qué no existe una máquina que le saque el chancho a tu bebe? La teoría es fácil…, después de comer pones al bebé sobre tu hombro, le das unos golpecitos en la espalda y ya está: chanchito. Pero eso es solo la teoría. Cuando Olivia terminaba de comer -sin tener idea de cuánto tomaba y si toma- empezaba la odisea del chanchito. Sobre el hombro, nada. Boca abajo sobre el brazo, nada. De nuevo en el hombro, nada. Es tan bebita que su cabeza no se sostiene sola y cada posición es difícil. Entonces ahí pienso “ok, el doctor me dijo que si a los 10 minutos no sale un chanchito es porque no tiene”, pero a los 15 minutos empieza a llorar…, porque tiene gases. Vuelves a hacer todas las posiciones del gran chanchito y no pasa nada…, ¡hasta que vomita! Y esta odisea es de día y de noche cada hora o cada dos, non stop. Y como los tres primeros meses tu bebé come a demanda (la lactancia es como la puerta de bienvenida a la esclavitud) lo haces porque solo quieres que tu bebé, tu hija, esta partecita de ti esté bien, y quieres que cada chequeo mensual haya crecido y pese lo que debe de pesar.

Ahora, volviendo al tema de la lactancia… Todo el primer mes (por escrito suena poquito, pero ese primer mes es el más difícil y el que se me hizo más largo), solo le di teta. No me saqué leche ni le di biberón por recomendación del pediatra, para que aprenda bien a agarrar y a succionar de manera correcta. Como era noviembre ya no hacía frío entonces hasta evitaba ponerme polo o cualquier top, ya que vivía literalmente dando de lactar. Mis looks eran unos shorts y un sostén de lactancia (el sostén más feo que alguien pudo inventar honestamente).

¿Cómo hacíamos en las noches? Cada vez que oscurecía empezaba mi ansiedad en torno a cómo iba a ser esa noche. Daba de lactar hasta dormida… Muchas veces Tom se despertaba en la madrugada y me encontraba sentada dando de lactar totalmente dormida, y cuán fuerte es el instinto maternal que al hacer esto, no me movía ni un milímetro. Compré una cuna que va al lado de la cama, pero a mi hija nunca le gustó, así que todo el primer mes dormía con Olivia sobre mí o con Olivia echada de costado mirando hacia mí comiendo…, esa era –y es todavía- mi vida. Con una almohada que separaba al papá, no por malo, pero no tiene ese instinto que nosotras las mujeres tenemos.

 

“Si te puedo dar un consejo de madre primeriza es que siempre recuerdes que cada bebé, cada mamá y hasta cada pediatra es diferente. No puedes comparar ni tu situación, ni a ti como mamá, ni a tu bebé, con otros…”

 

¿Cómo sobreviví? Mi mamá venia todos los días: por la mañana o por la tarde y se quedaba con mi hija y yo aprovechaba de dormir un rato… máximo 1 hora para ser exacta. A las que tienen a su mamá, hermana, cuñada o suegra cerca -y dispuesta a ayudarte- ¡ACEPTA! Todo ayuda…, para que te pasen un vaso de agua, te sirvan un té caliente y hasta para algo tan simple como que te ayuden a acomodar una almohada.

No aceptes visitas en casa a las que tengas que atender. Acepta solo visitas de personas que te ayuden, que no te den más trabajo del que actualmente ya tienes. Ahora tengo a una persona que me ayuda en casa y con Olivia, pero los primeros meses éramos solo los 3. Me ayuda un montón a tener la casa y la ropa limpia, a tener comida, a pasear a mi perro.

El primer mes es el más complicado, pero el tiempo pasa y todo mejora. Hoy Olivia ya está durmiendo en su cuarto hasta su leche de las 4:30am – 5am. En ese momento la paso a mi cama y cabeceo mientras ella come, y se duerme a las 7pm luego de bañarla. Todavía sigue siendo matador, pero no se compara a los inicios. Podría escribir y escribir cada cosa que me pasó -y aún me pasa- pero creo que sería demasiado largo.

Si te puedo dar un consejo de madre primeriza es que siempre recuerdes que cada bebé, cada mamá y hasta cada pediatra es diferente. No puedes comparar ni tu situación, ni a ti como mamá, ni a tu bebé, con otros…, cada uno es un mundo. Y también que ¡mamá feliz, bebé feliz! Así que trata de relajarte en los momentos complicados y sé feliz.

 

¡Feliz día de la madre a todas las increíbles mamás que existen en el mundo! Aunque es un trabajo súper difícil, en el que sacrificas mucho, cada sonrisa de tu bebé hace que valga la pena.

Mucho amor,

Karla

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