La contaminación ambiental y de alimentos

No es novedad que la contaminación ambiental afecta la cadena alimenticia y la calidad de los alimentos –consecuencia directa de la contaminación en mares, ríos, aire y suelo– y esto supone un riesgo para la seguridad de los mismos y para la salud: un problema que los últimos años va en aumento.
El medio ambiente representa un factor determinante en la alimentación: influye en la selección de alimentos, determina los que están disponibles en cada región geográfica, condiciona los hábitos alimenticios, afecta a la composición nutricional y puede suponer también una importante fuente de contaminación.
La contaminación química se produce por la presencia de determinados elementos químicos en los alimentos y puede ser nociva a corto, mediano o largo plazo. Dentro de los contaminantes químicos destacan los ambientales que pueden filtrarse en los alimentos, por ejemplo, los metales pesados, empleados en la minería y generados en la industria al fabricar abonos, pilas, fluorescentes, combustible, entre otros. Estos se encuentran libres y de forma natural en algunos ecosistemas y varían en concentraciones, sin embargo, pueden representar un serio problema medioambiental. Además, se acumulan en los vegetales y en el aire, siendo muy resistentes a su degradación, lo que dificulta su eliminación durante el procesado de alimentos.
“El pescado es uno de los productos más implicados en la contaminación por metales pesados; y siendo estos últimos elementos bioacumulables en la cadena alimenticia, terminan por llegar también al cuerpo del consumidor. “
Los metales pesados más comunes en la contaminación de alimentos son el arsénico, mercurio, plomo, cadmio y aluminio. Esta contaminación se da por diversas fuentes, las más importantes siendo el suelo, los lodos residuales, los fertilizantes químicos, y los plaguicidas empleados en la agricultura. Al ser las fuentes de contaminación tan diversas, se encuentran en un número amplio de alimentos –tanto en productos de origen animal como vegetal.
El pescado es uno de los productos más implicados en la contaminación por metales pesados; y siendo estos últimos elementos bioacumulables en la cadena alimenticia, terminan por llegar también al cuerpo del consumidor. Al estar en el agua los peces ingieren estos metales y los van almacenando a lo largo de su vida, entonces cuando consumimos pescado -sobre todo los peces más grandes y de mayor edad como el tiburón, el pez espada, el marlín, el atún y el salmón- automáticamente nos contaminamos.
Por otro lado los plaguicidas son un factor importante en la contaminación ambiental; su aplicación no es directa a los alimentos, pero su uso en los cultivos sí afecta directamente. Los alimentos más castigados por el uso de estas sustancias tan tóxicas son los vegetales, frutas y hortalizas. Aunque estos químicos están controlados por ley y su uso es en principio restringido, son habituales los restos en los alimentos que llegan al consumidor.
“Creo que una de las formas de cuidarnos es ir eliminando otros hábitos dañinos que podamos estar teniendo y que sean más fáciles de controlar.”
Este tipo de químicos que ingerimos sin estar al tanto, tienen efectos secundarios dañinos sobre nuestro organismo y no necesariamente se manifiestan de manera inmediata como una intoxicación, pero están modificando nuestros genes y causando un daño generacional en la salud pública. Por ejemplo están las famosas alergias alimentarias, interacciones con hormonas, entre otros… Definitivamente hay algunas personas más sensibles que otras, pero eventualmente el impacto es para todos.
Es normal que mientras más nos informemos sobre la precedencia de los alimentos y lo que realmente traen consigo a nuestro organismo, la incertidumbre sobre lo que es realmente saludable crezca.
Muchas personas optan por eliminar todo lo que podría ser dañino, modificando por completo su dieta y estilos de vida, cosa que yo no apoyo al 100% ya que en estos procesos se suelen eliminar también muchos nutrientes favorables para la salud. Creo que una de las formas de cuidarnos es ir eliminando otros hábitos dañinos que podamos estar teniendo y que sean más fáciles de controlar; algunos ejemplos sencillos podrían ser dejar de fumar cigarrillo, comer menos alimentos súper procesados, hacer actividad física, mantenerse en un buen estado de salud físico y mental, tener una vida social activa y con menos estrés, etc. A esto se le debe sumar incorporar ciertos alimentos orgánicos y de industrias responsables a la dieta y utilizar materiales libres de químicos para envasar y al cocinar los alimentos.
Además existen alimentos que nos ayudan a eliminar la carga de metales pesados del organismo, sobre los que voy a hablar en mi siguiente artículo.