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Hoy necesitamos el teatro más que nunca

Hoy necesitamos el teatro más que nunca

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Primera llamada. Nos late el corazón a mil. Nos miramos a los ojos, no hacen falta palabras. Segunda llamada. El pulso se acelera cada vez más. Somos una sola masa de energía dispuesta a soltar lágrimas, risas, y todo lo que llevamos por dentro. Tercera llamada. La oscuridad invade y el espacio se encuentra lleno de otros corazones, de aquellos corazones que, con humildad, vamos a sostener por un instante. El telón se levanta. Vida.

Por: Alessandra Dedekind @alededekind / Fotografía principal: Vladimir Fedotov para Unsplash

Hoy necesitamos el teatro más que nunca.

En una era en la que le hablamos a una pantalla, debemos regresar a lo más básico del ser humano: la conexión genuina con el otro. ¿Y por qué digo “genuina”? Porque si bien la tecnología nos ha dado infinitas posibilidades para comunicarnos y llegar a muchísimas personas, creo que eso jamás podrá igualar una experiencia vivencial o, por lo menos, espero que eso nunca suceda.

Los humanos necesitamos por naturaleza del contacto físico con el otro: la mirada, el movimiento del cuerpo, un pequeño gesto, la respiración, una sonrisa espontánea y ver cómo decimos las palabras. Por un mensaje de texto o WhatsApp no tenemos nada de eso. Nada. Dirán que existen las videollamadas, y sí, en cierta medida nos acercan, nos ayudan a acompañarnos en momentos complicados en los cuales debemos mantener la distancia física. Como hoy mismo. Pero, realmente, ¿podríamos vivir de esta manera?

El teatro nos recuerda que existe un espacio en el cual todos somos uno. Es el arte que pone a prueba nuestras más grandes certezas, sube al escenario nuestros miedos, tristezas y victorias. Es el lugar en donde puedes cuestionarlo todo y, al mismo tiempo, no llegar a ninguna conclusión. Como la vida misma. Y es que el teatro le da vida a la vida. Le da voz a los que siempre callan. El teatro congrega. Te recuerda que vivimos en comunidad, que necesitamos del otro y que nunca, pero nunca, estamos solos.

“Si vas a poner tu corazón en el teatro, el teatro solo te hará mejor persona. Y hoy, más que nunca, doy fe de ello”.

Si revisamos en el tiempo, podríamos decir que el teatro existe desde siempre y, que en su evolución, hemos encontrado incluso mayor cercanía con los personajes. Hemos visto historias trágicas o cotidianas, divertidas o dolorosas, pero todas ellas necesarias para reflejarnos y sensibilizarnos desde lo más profundo.

Entonces, ¿podemos decir que el teatro nos puede salvar como especie? Como alguna vez dije: si vas a poner tu corazón en el teatro, el teatro solo te hará mejor persona. Y hoy, más que nunca, doy fe de ello. No importa desde dónde participemos; si eres actor, director, dramaturgo, técnico de luces o sonido, o un espectador. Todos somos parte de lo mismo. Y todos somos necesarios.

El teatro siempre se trata del otro, nunca de nuestro ego. Para poder darle vida a una historia, es necesario dejar nuestros propios juicios bajo el escenario. Debemos empatizar hasta con el personaje, aparentemente, más cruel, y encontrar en él a un ser humano. El teatro es entendimiento. Es empatía. Es escucha. Es verdad. Es ser nosotros mismos. Es jugar. Es todo lo que a veces se nos olvida y también es mucho más que eso.

Larga vida al teatro.

*Sobre la autora:

Alessandra Dedekind es actriz, redactora, marketera y lo que venga. Sueña con publicar un poemario y alguna novela, posiblemente autobiográfica. Jamás dejará el teatro, la actuación y la dramaturgia (las eligió de por vida, o ellas la eligieron). Es amante del café, el vino y las conversaciones largas.

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