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Estás en peligro

Estás en peligro

 

“No te mueras por mí” es un libro imposible de leer sin que se te ponga la piel de gallina. Por un lado del libro puedes encontrar cartas o correos electrónicos de hombres hacia sus parejas, pidiéndoles perdón por haberlas maltratado. Frases llenas de arrepentimiento y súplicas que funcionaron, ya que estas mujeres continuaron con la relación.

“…prometo mejorar todo, yo solo quiero estar a tu lado…”

Al darle la vuelta al libro, se encuentra el final de cada historia. Algunas fueron agredidas hasta quedar inconscientes, una recibió tal paliza que quedó para siempre con problemas de dicción, otra infértil de por vida y Raquel, como cientos de peruanas cada año, fue golpeada hasta la muerte.

Si no te ha pasado a ti, es casi seguro que le haya pasado a alguien cercano, aunque tú no lo sepas. El victimario es siempre el responsable de la violencia, nunca la víctima, pero es importante que estemos alertas a las señales antes de que sea demasiado tarde. Si te ha golpeado una sola vez, estás en peligro. Si no es capaz de controlar su ira cuando discuten, te agrede verbalmente, tira objetos (aunque no sea hacia ti) o tiene cualquier comportamiento violento contigo, estás en peligro. Si quiere controlar tu vida, saber exactamente dónde estás, con quién, a qué hora, si te pide “pruebas” de que no le mientes -una foto, poner el celular en altavoz-, estás en peligro. Si empieza a ponerte restricciones, “no quiero que salgas con ese amigo”, “¿por qué te llama a esta hora?”, cuestiona la forma en que te vistes, lo que publicas en tus redes sociales o te pide que dejes tu trabajo, estás en peligro. Si notas que cada vez haces menos de las actividades que amas (dejaste de hacer ese deporte, de salir con amigos del trabajo, de ir al gimnasio) por evitar peleas con él, estás en peligro. Si has tenido alguna vez el pensamiento de “ya va a cambiar”, te lo aseguro, no va a cambiar. Si se pone cariñoso y atento solo después de una pelea de la que se ha arrepentido, estás en peligro.

El peligro no es solo físico. Una relación que restringe, controla o te hace sentir mal, también es dañina. Nunca se deben tolerar maltratos con el pretexto del amor, justificando que “él es así”, esperando que algún día cambie o mejore, porque la realidad es que, probablemente, solo cambie para peor. Un agresor no dejará de serlo porque te ama o porque lo amas. Y sí, las mujeres también pueden causar relaciones tóxicas, pero, por lo general, no somos nosotras las que golpeamos a nuestras parejas hasta la muerte. Si eres víctima no es tu culpa, pero en tus manos está alejarte del peligro. Aléjate de ahí lo antes posible.

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