El matrimonio infantil en el mundo actual


El matrimonio infantil se define como la unión conyugal formal o informal antes de los 18 años. Es una práctica que afecta tanto a niños como a niñas. Sin embargo, el porcentaje de niñas que son sometidas a esta práctica es considerablemente mayor a la de los niños. Según datos otorgados por Unicef, más de 650 millones de mujeres hoy en día se casaron siendo niñas; y a pesar la disminución de un 15% de casos en la última década, alrededor de 12 millones de niñas menores de 18 años se casan cada año.
Esta práctica es considerada una violación de los derechos humanos y de la Declaración Universal de los D.D.H.H., que estipula que un matrimonio no es “libre y completo cuando una de las partes involucradas no es lo suficientemente madura como para tomar una decisión con conocimiento de causa sobre su pareja”. Asimismo, la CEDAW (Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer) recomienda que la edad mínima para el matrimonio sea de 18 años. Aún así, el matrimonio infantil continúa siendo una práctica común en regiones como África sub-sahariana y Asia meridional (India, Bangladesh, Níger, República Democrática del Congo, Mali, entre otras). En latinoamérica estas alianzas tienden a ocurrir mayoritariamente en zonas rurales, a pesar de que en la mayoría de los países de la región está prohibido.
“Algunos ejemplos que retratan esto [la práctica del matrimonio infantil históricamente] son Leonor de Aquitania, quien se casó cuando tenía 13 años, o Maria Antonieta, quien se casó a los 15 años con Luis XVI quien también era menor de edad.”
Históricamente, los matrimonios infantiles eran la norma. Muchas parejas se casaban cuando ambos eran menores de edad o cuando algún hombre mayor se casaba con una mujer que había llegado a la pubertad. Algunos ejemplos que retratan esto son Leonor de Aquitania, quien se casó cuando tenía 13 años, o Maria Antonieta, quien se casó a los 15 años con Luis XVI quien también era menor de edad. Esto se debía a distintas razones: alianzas políticas, estatus social o necesidad económica. Sin embargo, una de las razones de mayor peso para que esto ocurriera era que la esperanza de vida no pasaba de los 45 años aproximadamente. A medida que la esperanza de vida aumentaba esto fue cambiando, teniendo en cuenta también que las mujeres empezaban a tener acceso a la educación y a otros derechos fundamentales.
A pesar de que la práctica nos puede parecer muy remota, como mencionaba antes, aún existen países que la practican. Existen factores culturales (ligados principalmente a la discriminación de género), por ejemplo, en Etiopía el matrimonio es considerado el siguiente paso después de la menarquia, y existen factores económicos también. Según Human Rights Watch, “los datos globales muestran que las niñas que forman parte del 20% de las familias más pobres tienen el doble de probabilidades de casarse antes de los 18 años que las niñas cuyas familias están entre el 20% más rico”.
La principal consecuencia de los matrimonios infantiles es la separación de la familia y una “madurez” adelantada, ya que se espera que las niñas cumplan con el rol de esposa antes de tiempo. Se ha evidenciado que aquellas niñas sometidas a estas uniones abandonan la escuela, limitando sus oportunidades y convirtiéndose en personas más vulnerables a ser sujetas a violencia doméstica. La salud también se ve afectada, ya que las probabilidades de un embarazo son altas, lo que afecta tanto mental como físicamente -una de las principales causas de mortalidad de jóvenes entre 15 a 19 años es el embarazo. Otras consecuencias del matrimonio infantil son el trabajo forzado, la prostitución y la trata.
¿Qué podemos hacer para detener esto?
El primer paso para acabar con esta práctica es que los gobiernos promulguen leyes en las cuales la edad mínima para el matrimonio sea la mayoría de edad. Asimismo, Unicef recomienda que se promuevan las inscripciones de matrimonios y nacimientos para poder controlar que las leyes se estén cumpliendo. La segunda opción es la concientización de la población sobre este tema que afecta tanto a niñas como a adolescentes que no están listas para asumir esta función -en muchas culturas el matrimonio es considerado parte de la esfera privada, razón por la cual los gobiernos sienten que no es su deber intervenir en contra de las prácticas. Otra forma de acabar con esto es llevar campañas de concientización sobre los derechos humanos de los niños y las consecuencias que tiene el matrimonio infantil. Finalmente, otra solución ofrecer incentivos económicos a las familias que más lo necesitan, a través de programas de micro-financiación o subsidios como menciona la ONG “Girls not Brides”.
Fuentes: