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Educación sentimental: del libertinaje al romanticismo

Educación sentimental: del libertinaje al romanticismo

©Camille Defago para Vitamina M

¿Por qué las mujeres son mal vistas cuando mantienen relaciones sexuales con varias personas? La educación sentimental desde el libertinaje o el romanticismo puede haber sido la causa de los estereotipos, costumbres y exigencias que se le imponen a la mujer con respecto al manejo de su sexualidad. Echamos un vistazo a la historia para entender cómo estas corrientes pueden haber marcado la sexualidad en nuestra sociedad.

Durante siglo XVII la palabra libertinaje tenía una carga “erótica”, ya que evocaba el apetito sexual. En una era en la cual los libres pensadores consideraban que la verdad debía basarse en la lógica y la razón, el placer estaba por delante de la fe y la ley: se buscaba disfrutar de la vida y aprovechar las oportunidades. Los comportamientos sexuales eran más osados y el vicio se presentaba sin ninguna resistencia para elevar el placer de los sentidos, como es retratado en Relaciones Peligrosas (Liaisons Dangereuses) de Chorderlos de Laclos.

 

“Mientras la capacidad viril de los hombres era valorizada a través de sus conquistas -como Don Juan y Casanova- las mujeres que sucumbían a estas actitudes eran rápidamente fichadas como prostitutas.”

 

Sin embargo, esta no era una realidad para ambos géneros; el comportamiento libertino no era aceptado para las mujeres, ya que dar rienda suelta a su pasión y sexualidad “dañaba” su reputación. Existía una diferenciación de roles, donde los comportamientos de hombres eran celebrados, y los de las mujeres debían ser ocultados (suena conocido, ¿verdad?). Mientras la capacidad viril de los hombres era valorizada a través de sus conquistas -como Don Juan y Casanova- las mujeres que sucumbían a estas actitudes eran rápidamente fichadas como prostitutas. Así, la mujer podía cumplir distintos roles, pero su vínculo con la sexualidad dependía de su rango y estatus social.

Los comportamientos fueron cambiando con la llegada del Romanticismo, movimiento que se inició en Europa occidental a mediados del siglo XVIII, abarcando diferentes ramas como la literatura, el arte, la filosofía. Este se propagó alrededor del mundo cambiando la forma de ver el amor muchas veces atormentado o platónico (Las penas del joven Werther – Die Lieden des junten Werthers, de Goethe), el matrimonio, la crianza de los hijos (Emile, J.J. Rousseau), y… el sexo.

 

¿A qué se debía esto?

El Romanticismo rompe con el siglo anterior, y el amor platónico supera la necesidad de una consumación sexual. Sin embargo, durante esta época, se aceptaba que el hombre tuviese un apetito sexual que debía ser satisfecho…, mientras que por otro lado se buscaba el amor casto de la mujer. Se valorizaba el pudor y la virginidad, ya que se atribuía un vínculo a la Inmaculada Concepción; para ello, las mujeres eran criadas en total ignorancia por sus madres o por la Iglesia, esperando que la noche de bodas sea su primer encuentro sexual. Al tener más experiencia en el tema, los hombres tomaban las riendas de la situación y muchas veces las mujeres acataban esta práctica con temor. Balzac llamaba a esto una “violación legal”, ya que muchos matrimonios eran por interés, ya sea para obtener un título nobiliario o por dinero, y además las chicas se casaban con hombres bastante mayores que ellas, que no amaban e incluso desconocían.

Siglos más tarde, la revolución sexual nos permitió cambiar estos códigos…, hoy muchas mujeres tenemos la suerte de poder elegir con quien casarnos, conocemos familias de todo tipo, utilizamos métodos anticonceptivos y no somos castigadas por tener relaciones sexuales prematrimoniales. Mas aún existen muchos prejuicios con respecto al matrimonio, la crianza, y la sexualidad. Es común, por ejemplo, que las mujeres con varias parejas sexuales sean recriminadas por sus actos…, mientras que aquellas que deciden ser más púdicas son recriminadas por no ser suficientemente “liberadas”. Ante estas situaciones a muchas mujeres les cuesta hablar de sexo (ya sea con su pareja o con amigas), de lo que le gusta, de lo que no…, y aquellas que lo hacen abiertamente son tildadas de “fáciles” o “sueltas”.

La realidad es que cada una tiene derecho a manejar su sexualidad como quiera, y si eso significa explorarla y hablar de ella, o al contrario ser más púdica y reservada, es su decisión y definitivamente no debería ser reprendida por ello. Al final, parece no haber un punto medio y se pierde una conversación importante por cautela a ser tildada de lo que sea. Se dice que gozamos de una “libertad plena” en cuanto a nuestra sexualidad, pero ¿qué tan cierto es eso realmente?

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