Cuarentena lejos de casa: 5 peruanas nos cuentan su historia

Cinco peruanas que, por cuestiones trabajo y/o estudios decidieron emigrar al extranjero, nos cuentan su experiencia con el coronavirus y la cuarentena lejos de casa.
Cuando el presidente del Perú, Martín Vizcarra, anunció el cierre de fronteras del Perú, me encontraba en Laz Paz visitando a una de mis mejores amigas. Había comprado el ticket en enero, cuando la llegada del coronavirus a Sudamérica parecía sumamente lejana.
La verdad es que para mi mamá fue una total irresponsabilidad viajar con todo lo que estaba ocurriendo en el mundo, pero no tenía idea que las medidas en Perú se iban a tomar de forma tan inmediata y radical (medidas que, evidentemente, aplaudo y felicito).
“Sé que para todos los peruanos no es posible estar con sus familiares en estos tiempos. Varias personas han emigrado fuera del país para cumplir sus sueños (y no solo de vacaciones)”.
Dicho esto: tuve la suerte de poder regresar al Perú en uno de los viajes solidarios organizados por el Consulado General del Perú en La Paz. En todo momento, la entidad nos apoyó y buscó la forma de ayudarnos a regresar (ya sea por vía área o terrestre). Al llegar a Lima, empezó mi cuarentena en casa junto a mi familia, pero manteniendo las distancias y los protocolos requeridos.
Sé que para todos los peruanos no es posible estar con sus familiares en estos tiempos. Varias personas han emigrado fuera del país para cumplir sus sueños (y no solo de vacaciones). Por ello, decidí conversar con cinco mujeres peruanas para que me cuenten cuáles son las medidas que se han tomado en los países en los que están y qué tanto ha cambiado su dinámica en estos días.
1. Mariana Cornejo (Nueva York, Estados Unidos):

En Nueva York da miedo hasta respirar. Desde hace tres semanas estamos en “cuarentena”, cuarentena entre comillas porque la gente aún puede salir a la calle a cualquier hora. Dentro de las medidas que ha tomado el gobierno están el teletrabajo y el cierre total de restaurantes, cines, bares, colegios, etc.
A pesar de las medidas, la gente siente que el gobierno no se está tomando esta crisis en serio o que simplemente no le interesa, y por eso los casos se han disparado. La marina de Estados Unidos ha prestado a la ciudad de Nueva York su buque hospital y se está armando un centro médico a base de carpas en pleno Central Park… Es todo muy surrealista.
“Honestamente nunca pensé ver a la ciudad que nunca duerme sumida en un sueño tan profundo, un sueño que asusta y parece de nunca acabar”.
Estar lejos de Lima es difícil, pero al menos me calma saber que el gobierno del Perú está manejando la crisis mucho mejor que acá, y por eso siento que mi familia y amigos están seguros. Aquí las cosas están muy complicadas.
Solo salgo para pasear a mi perro alrededor del edificio, y me da pánico tocar cualquier cosa fuera de mi departamento. Uso mascarillas y guantes. La ciudad está vacía. Todo está en pausa. Honestamente nunca pensé ver a la ciudad que nunca duerme sumida en un sueño tan profundo, un sueño que asusta y parece de nunca acabar.
2. Daniella Laghi (Barcelona, España):
Me mudé a Barcelona el 26 de diciembre para estudiar Repostería. Acá se decretó el confinamiento unos días antes que en el Perú y, al igual que allá, todos los establecimientos que no son de primera necesidad (como farmacias o supermercados) cerraron. Al principio no pensé que la situación sería tan difícil, pero con el pasar de los días me di cuenta de que la situación se iba poniendo cada vez más seria.
Creo que lo más difícil de todo esto ha sido estar lejos de mi familia y saber que el riesgo de contraer COVID-19 es muy alto porque estoy en uno de los países con más contagiados (y muertes).
“Debo entender que cada día que pasa cumpliendo las normas es un día menos para que todo esto termine”.
Viendo el lado positivo, en esta cuarentena me he vuelto más constante con el deporte: es algo que me mantiene ocupada. Felizmente, me encanta cocinar y eso es algo que también he seguido haciendo (ahora mucho más seguido).
Además, he aprendido a agradecer más lo que tengo y tomar con calma esta situación, que no está siendo fácil para nadie. Debo entender que cada día que pasa cumpliendo las normas es un día menos para que todo esto termine.
3. Cristela Tello (Ontario, Canadá):
Las cosas estaban un poco más relajadas en Canadá (por así decirlo), hasta que hace unos cuantos días, Sophie Grégoire, esposa del Primer Ministro Justin Trudeau, dio positivo en la prueba del coronavirus. Creo que eso hizo que toda la situación se volviera un poco más real.
Las restricciones se han ido dado de manera progresiva. Primero se cancelaron las clases para colegios. Luego siguieron los colleges y las universidades. Después la gran mayoría de oficinas le pidieron a sus colaboradores trabajar desde casa. Finalmente, se cancelaron los eventos públicos, se cerraron los cines, bares, muchas tiendas y los restaurantes solo tienen permitido funcionar para delivery o take-out.
También se cerraron las fronteras de Canadá y únicamente se permiten vuelos internacionales en cuatro ciudades: Calgary, Vancouver, Montreal y Toronto. Estos vuelos son con la intención de que los ciudadanos y residentes de Canadá puedan regresar a casa. Si bien no se ha restringido el libre tránsito, se puede salir a caminar o montar bicicleta manteniendo las distancias.
“Canadá es un país desarrollado y del llamado primer mundo; sin embargo, la gente ha reaccionado de la misma manera. Encontrar papel higiénico es casi imposible y hay varias secciones completamente vacías en las tiendas”.
He leído a mucha gente decir que el hecho de que los supermercados estén desabastecidos en Perú o la gente compre 20 paquetes de papel higiénico se debe al subdesarrollo, pero eso no es verdad. Canadá es un país desarrollado y del llamado primer mundo; sin embargo, la gente ha reaccionado de la misma manera. Encontrar papel higiénico es casi imposible y hay varias secciones completamente vacías en las tiendas. Esta crisis nos demuestra que no se trata de desarrollo, se trata de egoísmo.
Por lo pronto, estoy respetando la petición del gobierno de “quedarnos en casa” y no estoy saliendo a la calle. Me abastecí con suficientes víveres como para salir lo menos posible durante este tiempo y compré todas las cosas que considero esenciales durante una cuarentena.
Me da mucha pena no poder terminar mi posgrado de manera presencial porque realmente lo estaba disfrutando. ¡Me moría por ver las presentaciones de mis compañeros de clase! Ahora todos mis trabajos serán entregados de manera online y casi todos mis trabajos finales han sido modificados o incluso cancelados.
4. María José Malpartida (Reino Unido):
Vivo fuera del Perú desde hace 10 años y en Londres desde hace 5 años. En enero me mudé a Suecia temporalmente por trabajo. Ante el coronavirus, mi oficina cerró y nos recomendaron trabajar desde casa. “¿Dónde es casa?”, me pregunté. ¿Lima? ¿Londres? ¿Suecia? Decidí comprar un pasaje de regreso a Londres, donde vive mi esposo.
A lo largo de los años, he creado un hogar fuera de Perú con mi esposo y amigos de aquí. Pero ser nueva en Suecia y responder a la pregunta “¿dónde está tu casa?” me costó muchísimo. Me di cuenta que no pertenecía a ningún lado. Agarré una maleta y metí todo lo que pude, corrí a la estación de tren y tomé el primer vuelo a Londres. 12 horas después, pude respirar y sentir mis emociones cuando llegué a mi casa en Londres y a los brazos de mi esposo.
El día a día de mi cuarentena no es tan complicado. Trabajo en IKEA, una empresa donde trabajar de casa es algo común, ya que la política de la empresa se basa mucho en la confianza. Tim y yo ya tenemos nuestra rutina hecha. El gobierno inglés se demoró mucho en establecer sus medidas, pero nosotros decidimos quedarnos en casa desde el día que llegue. Ya llevamos 20 días en cuarentena.
“Me di cuenta que yo decidí vivir mi vida lejos de “casa” y viajando. Una decisión difícil en estos momentos, pero anhelo el momento de hacerlo de nuevo”.
Hacemos deporte en la sala, trabajamos en casa y tomamos aire libre en el balcón. Vivo esta oportunidad para mantener contacto con mis amigos y familiares, ya que todos tienen un poquito más de tiempo para conversar. He retomado mi hobby: editar fotos y no veo la hora de poder hacer lo que mas me gusta: viajar.
Estar lejos de casa te hace apreciar a las personas más importantes en tu vida, las cosas que valoras y lo que te hace feliz. Me di cuenta que yo decidí vivir mi vida lejos de “casa” y viajando. Una decisión difícil en estos momentos, pero anhelo el momento de hacerlo de nuevo. Nuestros planes para este año son mudarnos a Vietnam: para el 1 abril yo ya debía haber comenzado mi trabajo en IKEA allá. Ahora solo toca esperar paciente en qué momento comenzaremos nuestra nueva vida en Vietnam.
5. Carla Herrera (Dubai, Emiratos Árabes):
Desde febrero, vivo en Dubai por trabajo, ya que me desempeño en el rubro de la hotelería. El tema del coronavirus se veía como algo muy lejano: se podría decir que el país se sentía intocable y seguía avanzando. Hasta que un día de marzo se escucharon más noticias de Europa, por lo que la demanda de turistas empezó a bajar y la ciudad comenzó a sentirse cada vez vacía.
Después de un semana, los casos llegaron a 150. El 14 de marzo las autoridades indicaron que se cerrarían eventos masivos por dos semanas. Al día siguiente, mi jefe nos reclutó a todos y nos dijo que tomaríamos dos semanas de vacaciones porque se cerrarían los restaurantes del hotel y la demanda había bajado drásticamente. Nos aconsejó no salir de la residencia del hotel. En ese momento, me dije a mí misma “todo estará bien”.
Cuando llegué a la residencia, me di cuenta de lo que realmente se venía: no podría volver a salir del edificio. Las autoridades tomaron medidas más drásticas conforme pasaron los días, incluso, llegaron a cerrar aeropuerto. Actualmente hay 611 casos, 5 muertos y 61 recuperados en Dubai. La cuarentena va hasta el 8 de abril, pero parece que durará más.
“No voy a negar que estar lejos y sin poder volver con tu familia es duro. En todo momento pienso ‘qué daría por estar con ellos, conversar y hacer estas cosas juntos'”.
El hotel en el que trabajo está cerrado hasta nuevo aviso: 1500 personas en las residencias pasamos los días entre naipes, billar, tennis de mesa, fulbito de mano, ajedrez, lecturas, videojuegos, idiomas, ejercicios y esperar con ansias cada comida que los cocineros y encargados de RR.HH tratan de amenizar con música.
Personalmente, puedo decir que la primera semana fue dura, aburrida y difícil. Tenía en mente regresar a Perú, pero al poco tiempo se cerró el aeropuerto. No voy a negar que estar lejos y sin poder volver con mi familia es duro. En todo momento pienso qué daría por estar con ellos, conversar y vivir esto juntos. Pero bueno, debo pensar en positivo para no desmoronarme.
La cuarentena me ha obligado a leer mucho (no me gustaba leer); conocer gente nueva todos los días; apreciar pequeños detalles, como los momentos compartidos con personas de todo el mundo: filipinos, hindúes, holandeses, latinos (te sientes como en casa en algún modo); y acercarme más a mi compañera de Vietnam, con la que paso horas de horas realizando actividades.
Después de esto, haré lo que más me gusta: viajar. ¿Destino? Filipinas o Tailandia. ¿Cuándo? No lo sé. ¿Trabajo? Tampoco lo sé, pero lo que sí sé es que la vida es una sola y el momento es ahora.