Todas las barreras que rompió Chabuca Granda

“Así es la Lima que quiero, así es la Lima que añoro, la ciudad de mis quimeras”. Esos versos que canta Chabuca Granda (en “Lima de veras”) describiendo con melancolía la Lima en la que creció, resuenan en mi cabeza cada vez que estoy lejos. Luego escucho “La flor de la canela” y se me pone la piel de gallina. María Isabel Granda y Larco tiene el talento de transportarme con su música y letras a Perú por unos minutos.
Criada en una Lima aún tradicional, desde pequeña Chabuca Granda se inclinó por el arte, integrando el coro de su colegio y convirtiéndose en vicepresidenta de la Asociación de Canto. Se dice que su pasión por la música fue una de las causas de su divorcio, ya que fue acusada por su esposo de “conducta deshonesta por componer valses criollos”.
Sí, aunque parezca mentira, el ser talentosa y creativa fue visto alguna vez como “deshonesto”. Chabuca Granda no se dejó amedrentar: rompió las normas de la sociedad y apostó por su carrera, logrando que la música criolla peruana atravesara fronteras llegando a países como Argentina, España y México.
Chabuca Granda era una mujer moderna en el ámbito más personal de su vida y esa característica se reflejaba también en sus composiciones. La cantautora escribió versos eróticos, ignorando las costumbres puritanas de su época donde el sexo era un tema reservado exclusivamente para la alcoba. En “Cardo y ceniza”, canción que compuso para la artista chilena Violeta Parra, recita:
La visión de Chabuca
La artista se atrevió a combinar distintos géneros musicales, uniendo música afroperuana y música criolla. Rompió las barreras de lo conservador e incorporó algo nuevo, desconocido y no siempre aceptado: lo “popular”. Chabuca cambió la visión que se tenía de la música peruana criolla, influenciando más tarde a grandes interpretes como Eva Ayllón y Susana Baca.
Fue una mujer contestataria que, con su arte, unió la nación y logró llegar al corazón de todos los peruanos: desde la aristocracia al pueblo, desde los más grandes hasta los más chicos, y sin distinguir razas ni culturas.
“Aunque la voz de Chabuca Granda se apagó el 8 de marzo de 1983, vive en nosotros cada vez que se escucha en una peña de Barranco su cantar”.
Para mí, ese es el Perú que Chabuca vislumbraba hace tantos años: uno en donde las mujeres sean profesionales, libres de ataduras y de reglas obsoletas, y donde puedan alcanzar cualquier sueño sin ser cuestionadas. Un lugar en donde sean respetadas y aceptadas, y donde la música permita que cada canción, melodía y letra integre todas las clases. Un país en donde todos seamos uno solo, unidos por nuestra cultura y tradición, por nuestro ritmo.
Aunque la voz de Chabuca Granda se apagó el 8 de marzo de 1983, vive en nosotros cada vez que se escucha en una peña de Barranco su cantar e incluso escuchando a una limeña suspirar.