7 mitos sobre la salud mental que debemos derribar

Existen muchos mitos sobre la salud mental que necesitan ser desmentidos para poder contribuir a una sociedad más empática, tolerante y respetuosa con los demás.
Por: Sandra Ballón @psicologa_sandraballon*
Antes de hablar específicamente de salud mental, me gustaría partir por la definición de la salud. En 1948 (desde ese entonces, no se ha modificado), la OMS la define como un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad.
Evidentemente, hay muchos factores que influyen en que se pueda alcanzar este estado con plenitud, como por ejemplo la cultura, factores económicos, educación, entre otros. Pero partiendo de la premisa mencionada, por lógica, considero que sus tres componentes deberían tener la misma importancia y respeto. Hoy en día, la mayoría de personas se refieren a salud aludiendo únicamente al área física, restándole importancia a las demás.
“Predomina la desinformación y el miedo, lo que conlleva a juzgar e invalidar a quien atraviesa alguna dificultad relacionada a su salud mental”.
El ámbito de la salud mental no solo no posee la relevancia debida, sino también presenta mucho estigma. Predomina la desinformación y el miedo, lo que conlleva a juzgar e invalidar a quien atraviesa alguna dificultad relacionada a su salud mental. Sumado a esto, las políticas que respaldan el rubro son insuficientes.
Aquí coloco algunos mitos alrededor de la salud mental, los más comunes probablemente, y a su vez los desmitifico:
1. Ir a terapia solo cuando estás mal:
No se necesita tocar fondo para pedir ayuda. En realidad, la terapia es una forma de prevención: mientras antes se vaya, mejor. Lo recomendable es hacerlo cuando empezamos a percibir alguna dificultad o sentimos que algo no está tan bien como quisiéramos.
Haciendo un comparativo con algún aspecto físico, cuando detectamos algún síntoma o signo en nuestro cuerpo, es natural que vayamos a revisarnos para saber cómo tratarlo y averiguar qué está sucediendo. Usualmente, no esperamos que se desarrolle alguna enfermedad o torne a un caso de mayor complejidad. Entonces, ¿por qué no aplicar la misma atención cuando se trata de nuestra salud mental?
2. Las problemáticas de salud mental reflejan debilidad:
Así como una gripe le puede dar a cualquiera, independientemente si es “fuerte” o “débil”, cualquiera puede atravesar alguna dificultad relacionada a la salud mental en algún momento de su vida. Una persona no elige tener depresión, ansiedad, esquizofrenia, estrés postraumático, dificultades para lidiar con distintas situaciones, entre otros.
“Cualquiera puede atravesar alguna dificultad relacionada a la salud mental en algún momento de su vida”.
Somos seres bio–psico–sociales. Esto significa que muchos factores pueden influir en presentar alguna dificultad de salud mental. Podemos tener cierta carga genética para desarrollar algún trastorno, pero nuestro ambiente y grupo social nos protege; por ende, no lo desarrollamos. Por otro lado, probablemente no tengamos la carga genética, pero sí nos desenvolvemos en un ambiente de violencia constante, lo que genera que presentemos alguna dificultad o trastorno.
3. Todo se puede resolver con fuerza de voluntad, pensando en positivo o cambiando de actitud:
¿Qué fácil suena, no? Creo que hoy en día está muy de moda este movimiento de positivismo, en el cual se da el mensaje que no hay espacio para sentir “emociones negativas” ni nada que no sea positivo.
Es irreal que una persona sea positiva, productiva o sienta felicidad el 100% del tiempo. Estos mensajes solo aumentan el malestar que la persona pueda estar atravesando e inducen culpa al no poder modificar lo que sienten, a pesar que gasten todos sus esfuerzos en “pensar positivo”.
Probablemente no se tenga una mala intención, pero es una forma muy evidente y común de invalidar emocionalmente a las personas. Además, refleja una falta de empatía enorme para las personas que atraviesan algún trastorno de mayor complejidad.
4. Si tomas medicación es porque estás grave:
Nada más alejado de la realidad. Hay muchas personas, ya sea por distintas situaciones o condiciones, que necesitan tratamiento farmacológico para poder equilibrar sustancias químicas en el cerebro (es decir, la medicación tiene un sustento biológico).
“Cuando el caso lo indica, la combinación de fármacos y psicoterapia es el tratamiento más eficaz”.
No es un indicador de gravedad mayor, es otra opción de tratamiento. De hecho, cuando el caso lo indica, la combinación de fármacos y psicoterapia es el tratamiento más eficaz.
5. Utilizar trastornos mentales como adjetivos:
Esto es algo que se escucha todos los días en diferentes contextos. Por ejemplo: “estoy deprimido” (alguien que siente tristeza), “ella es bipolar, se ríe y de la nada ya no”. Personalmente creo que este tipo de frases refuerzan el estigma que existe ante la salud mental en nuestro país.
No solo hay desinformación, sino también falta de empatía hacia las personas que atraviesan algún trastorno. La depresión no es una simple tristeza. La bipolaridad no es solo cambiar de humor de un momento a otro. Un trastorno no es un adjetivo para definir o explicar situaciones cotidianas.
6. Puedo ser juzgada/o por el psicólogo:
El espacio terapéutico no busca emitir juicios. Al contrario, busca entender y aceptar al paciente y su historia. Es un espacio seguro, en el cual el o la profesional ha desarrollado muchas habilidades para lograrlo.
“El espacio terapéutico no busca emitir juicios”.
Por ejemplo, la escucha activa, validación emocional, tolerancia, confidencialidad, ética profesional, entre otras, que permiten que el paciente pueda sentirse cómodo y en confianza con el terapeuta.
7. Las personas que dicen que van a suicidarse buscan llamar la atención:
Cualquier expresión o ideación suicida ya es motivo para estar alertas e intervenir. De hecho, decirlo probablemente sea un pedido de ayuda a gritos y, muchas veces, la falta de atención es una conducta de riesgo. Según el Sistema Nacional de Defunciones del MINSA, en lo que va del año 2020 se han registrado 213 muertes por suicidio. Es decir, entre 1 a 2 personas por día.
A nivel mundial, la OMS estima que cada año se suicidan aproximadamente 800,000 personas. Además, por cada intento suicida, se estima que hay 15 o 20 no registrados. Las cifras hablan por sí solas. Es necesaria más escucha y atención ante posibles pedidos de ayuda.
Por una sociedad sin estigmas
Si la salud mental es un fundamento del bienestar individual, es importante psicoeducar e informar a las personas. Se necesita más promoción y visibilidad de la salud mental, para de esta forma poder prevenir. Reforzar estos mitos solo evita que las personas pidan ayuda e incrementa los prejuicios.
Apuntemos a ser una sociedad más empática, que escucha, que no juzga, que respeta y que valida. Apuntemos a ser una sociedad sin estigmas.
Acerca de la autora:
*Sandra Ballón es licenciada en Psicología y psicoterapeuta cognitivo conductual. Para conocer más sobre su trabajo, ingresa aquí.