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100 días de cuarentena: ¿cómo dominé el arte de trabajar en casa?

100 días de cuarentena: ¿cómo dominé el arte de trabajar en casa?

Si estás leyendo esto y eres un feliz sobreviviente del trabajo remoto (o sigues luchando contra él), te voy a contar qué me ha funcionado en estos más de 100 días de trabajo en casa. Mis aprendizajes se reducen a tres palabras: límites, priorización y paciencia.

Amo la vida en oficina. Me gusta distinguir mi vida laboral de mi vida personal y tener un lugar a donde ir todos los días que, además, me ayude a hacer el cambio mental de trabajar y descansar. Para mí, la casa es un lugar de descanso. Durante mis épocas de estudio, siempre me iba a hacer los trabajos a la universidad o a algún café. Concentrarme en mi casa era casi imposible.

Adaptarme a trabajar en casa no ha sido algo fácil. La primera semana fue terrible. Me distraía demasiado con el celular y cometí el error de usar WhatsApp en la web. Acostumbrarme a las llamadas de Zoom ajenas y a escuchar voces constantemente, también me tomó varias semanas y mucha paciencia.

En mi casa somos cinco personas y, si bien cada uno tiene un espacio para trabajar de forma independiente, tener la cocina al lado también fue y sigue siendo complicado. Sin embargo, hay tres cosas que para mí que han sido la clave del éxito trabajando en casa.

Hacer un plan la noche anterior:

Trabajar en casa
Fotografía: My Life Journal de Unsplash.

Cuando me pongo creativa y sale a flote mi lado estructurado, escribo mis objetivos semanales: una práctica que me ayuda a tener claridad sobre el futuro. ¿Qué hago si no tengo tiempo de hacer objetivos semanales? Todas las noches, religiosamente, reviso mi agenda y veo qué hice y qué no, y anoto las tareas del día siguiente .

Seguro pensarán que eso es algo que hacemos siempre en la oficina, los to do’s del día siguiente. Pero, ojo, este plan del día siguiente es un plan sin horarios, salvo reuniones con una hora establecida. ¿Por qué? Los horarios suelen encasillarnos más y ponernos una presión innecesaria en estos momentos. Mi plan, además, incluye un momento solo para mí (una hora para hacer deporte) y también el trabajo que me toca hacer en casa (como cocinar el almuerzo, lavar, etc).

“Hay que conocer nuestro ritmo en casa y saber priorizar: lo importante y urgente primero”.

Ojo, hay que ser realistas. A mí me funcionó ponerme pocas tareas al inicio y no ser tan exigente conmigo misma. Conforme me iba acostumbrando y midiendo mi productividad en casa, fui agregando más tareas hasta sentirme cómoda.

Mi recomendación es poner menos tareas de las que crees que vas a lograr. Así evitas estresarte de más si no cumples con lo que te planteaste. Hay que conocer nuestro ritmo en casa y saber priorizar: lo importante y urgente primero. Lo demás puedes delegarlo o seguro puede esperar.

Vestirme para trabajar en casa:

La segunda cosa que me ha servido mucho en casa es vestirme, pero no necesariamente como para un día normal. No me pongo camisa ni pantalón. El objetivo de vestirme es usar esta actividad como un switch mental para empezar el día de trabajo.

Tengo otro hack que uso para terminar el día, que es hacer deporte. Me permite enfocarme en mí y olvidar por un momento lo demás. Puedes usar los hacks que quieras, pero recomiendo tener uno para empezar el día y uno para terminarlo, y así evitar la omnipresencia del trabajo y los días interminables.

Tener una estación de trabajo:

Trabajar en casa
Fotografía: Elsa Noblet para Unsplash.

Es ideal tener una estación de trabajo designada. Para mí, fue indispensable que cada miembro de mi hogar escogiera dónde iba a trabajar. Yo elegí la sala porque prefiero no trabajar en mi cuarto. Lo único malo era que yo era la designada para contestar el timbre y recoger los pedidos, pero decidí usar esas actividades como break laboral.

Los requisitos del espacio improvisado de trabajo son muy sencillos: tu espacio debe tener una mesa y una silla relativamente cómoda, y ser un área sin televisión. Luego entendí la importancia de la puerta y me di que cuenta que había subestimado al WiFi. ¡Es esencial que ty lugar de trabajo tenga buena conexión!

Que los demás sepan y entiendan que estás trabajando es clave, especialmente cuando estás en un cuarto sin puerta. Una buena práctica es establecer con las personas de tu casa reglas claras o códigos (en qué momento pueden interrumpirte y en qué momento no).

No olvidarme de los breaks:

Y, finalmente, no olvides los breaks: los míos son sagrados. Mi cafecito de la media mañana y de la media tarde, llenar mi termo de agua (mi mejor gadget de la cuarentena) y moverme un poco después de cada reunión. Yo me creo las excusas para pararme de la silla de vez en cuando.

Personalmente, no creo que mi sala supere mi oficina. No porque no me sienta cómoda —considero que ya he podido establecer mi ritmo y mis rituales de trabajo remoto— sino porque valoro demasiado las interacciones en vivo, las discusiones, las lluvias de ideas grupales, las conversaciones casuales. Para mí, eso es irremplazable.

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